Si hay que afearle una conducta a Frenkie de Jong, se hace. No hay problema. En N?poles, se equivoc?. Nadie, por supuesto, le niega el derecho a defenderse y a contar su verdad. Pero eligi? mal el momento, desfocaliz? los octavos y trastoc? el relato de la previa. No le vali? con aclarar su caso, cuya clave no est? en lo que gana - lejos de esos 40 millones -, sino en el coste que supone en fair play por lo diferido en pandemia.

Acus? a la prensa y, en el ajuste de cuentas, aplic? un vocabulario poco procedente. “?No os da vergüenza?”, apuntill?. Fue valiente con los medios y timorato frente al club, cuya c?pula filtr? su deseo de venderle en 2022. Frenkie lo sabe, aunque ante el micr?fono, al parecer, se le “olvid?”. Deber?a ser compatible re?ir a De Jong por sus declaraciones con defenderle en el campo, pero muchos le se?alan por su contrato y también por c?mo juega. Me parece mal. ?Qué pretenden? ?Qué sea Busquets... qué se limpie a cuatro... qué haga goles? De Jong, en la base, lejos del ?rea, donde el Barça le necesita por sus carencias y él crece viendo el juego de cara, lleva un gol m?s (17) que Busi (16) en sus cinco primeros a?os. Y 20 pases de gol, por los 14 de Busquets. Seis m?s.

En esa posici?n, Busi es y ser? Dios, pero rajar de un mediocentro por no meter goles es patalear sin argumentos. Frenkie puede jugar mejor o peor, como todos. Pero este Barça de entreguerras, incapaz a veces de ordenarse con bal?n, encuentra en su conducci?n un pasaporte hacia campo contrario y un desajuste de los rivales. Puede defenderse su venta desde la econom?a, pero desde el f?tbol es casi rozar el rid?culo. No sobra el talento y a Frenkie de Jong se le cae de los bolsillos. Otro tiro en el pie no, por favor.



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