"Ya no me duele respirar". Lidia Henr?quez, madre de Yurena L?pez, la joven que fue asesinada por su pareja en 2017 en Lomo Magullo, en Telde (Gran Canaria), asegura que ha empezado a vivir de nuevo desde que decidi? dejar atr?s todo y trasladarse a La Comunidad, el nombre de la comuna que se ha creado en un terreno privado de Hoya del Pozo, entre las viviendas y el barranquillo, donde reside una decena de personas en casetas y furgonetas camperizadas.

"Yo sé qué me curar?a y es que mi hija estuviera viva, pero eso no va a ocurrir", asegura. "Me pegué siete a?os tirada, tomando pastillas y no hab?a nada que hacer conmigo. De hecho, me he intentado suicidar varias veces". Sin embargo, desde que se mud? a este solar siente que empieza a "vivir de nuevo" y su familia la ve tan bien "que dice que para que esté tan enferma como antes, es mejor que siga aqu?". De hecho, su hija y sus nietos van a verla a menudo.

Subsiste con una pensi?n de 900 euros y como est? "desencantada con las administraciones p?blicas", en quienes no encontr? apoyo cuando asesinaron a su hija, no quiere ning?n tipo de ayuda. "Lo ?nico que quiero es empadronarme aqu?".

Con permiso del due?o del suelo

Cada uno de los miembros de este peque?o poblado ha llegado por alg?n motivo distinto, pero a todos les une el querer vivir en comunidad, alejados de las urbes y conectados con la naturaleza. Aseveran que est?n "recuperando la flora aut?ctona" y manteniendo el lugar limpio, y usan productos ecol?gicos para no da?ar el ecosistema. "Somos como los hippies", exclama Lidia Henr?quez. Entre sus compa?eros, agrega, "hay una chica que hace voluntariado internacional y cuando est? en la isla se queda aqu?", un voluntario de Cruz Roja y un técnico agr?cola, entre otros perfiles.

Ahora, quieren hacerse o?r para defender su derecho a residir en esta parcela que ocupan "con la autorizaci?n de su due?o", frente a los vecinos, que reclaman que tanto este campamento como las numerosas autocaravanas situadas en el aparcamiento junto al paseo mar?timo, sean desalojados.

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Rafael G?mez, el primero en instalarse en este solar y el primero en conseguir empadronarse.
JOS? CARLOS GUERRA
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Uno de sus vecinos es Enrique Javier Alonso, de 58 a?os. Naci? en "la cama de mi abuela, en La Isleta", en Las Palmas de Gran Canaria y all? permaneci? hasta hace un a?o, cuando decidi? trasladarse a este campamento. "No estamos al margen de la sociedad porque no nos lo podemos permitir tampoco porque hay que cobrar la pensi?n por el banco, tienes que comprar, tienes que ir a médicos o a la farmacia", cuenta este operario naval que tiene una pensi?n desde hace 17 a?os, cuando fue trasplantado de h?gado. También es diabético.

"Si soy sincero, creo que este ha sido el mejor a?o de estos 17 porque estoy m?s tranquilo". Antes viv?a con su madre, pero su salud se resquebraj? "y me diagnosticaron el s?ndrome del cuidador y cog? una depresi?n como un burro" que est? superando con su nueva familia, la de La Comunidad, y con su hijo de seis a?os, que pasa con él los fines de semana en Hoya del Pozo.

Ellos niegan que sean conflictivos y aseguran que mantienen limpio el solar, y aunque tienen algunos detractores entre sus vecinos que reclaman su desalojo, hay otros que hasta les regalan muebles. Rechazan también los comentarios sobre que usan las duchas de la avenida o que hacen sus necesidades fisiol?gicas en el barranco. "Contratamos una cuba para llenar los dep?sitos con 4.0000 litros de agua y tenemos nuestros ba?os qu?micos que vaciamos en la depuradora". También tienen neveras y cocinas de gas.

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Juan Carlos Gonz?lez, uno de los ?ltimos en incorporarse a la comuna de Hoya del Pozo.
JOS? CARLOS GUERRA
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El primero ya est? empadronado

A cambio, viven como una familia. Cada d?a, una de las vecinas prepara la comida, para la que aportan todos, y se sientan juntos a la sombra para compartir. Hoy tocaba caldo de papas y mientras su esposa empezaba con los preparativos en la cocina Rafael G?mez cortaba el cilantro del peque?o huerto que ha plantado junto a su caseta.

?l viv?a en Los Llanos y fue el primero en llegar, hace ya tres a?os. Ayer, después de mucha lucha y varios intentos, consigui? empadronarse en esta parcela esgrimiendo "el BOE del 2020, del 17 de febrero, que dice que todas las personas debemos estar empadronadas en alg?n sitio". Ahora, a?ade, "solo falta que venga la Polic?a Local para verificar que vivo aqu? y alguien de Servicios Sociales", y ayudar al resto de habitantes a realizar este tr?mite administrativo.

Ha sido testigo de c?mo ha crecido La Comunidad y le parece "estupendo. Intento ayudar a todo el mundo y todo el mundo intenta ayudarme" y la convivencia, aclara, es muy buena.

Explican que tienen normas de convivencia, entre las que se encuentran los cuidados del espacio, que no se hagan fiestas y el respeto. Tampoco admiten drogas. "Las ?nicas que hay aqu? son de farmacia", bromea Rafa G?mez haciendo alusi?n a las enfermedades que padece gran parte de las personas que viven en este campamento. "Solo entre mi mujer y yo tomamos m?s de 30 cada d?a".

Un bebé en camino

"Lo ?nico que quiero es que nos dejen tranquilos, que nosotros no molestamos a nadie".

Uno de los ?ltimos en llegar, hace siete meses, es Juan Carlos Gonz?lez, que se emociona al recordar c?mo le est? ayudando La Comunidad para rehacer su vida lejos de su exmujer y su hijo, "con los que me llevo bien, pero viven en mi anterior casa" y después "de tanto que me ha pasado en la vida". Cuenta que siempre ha trabajado como técnico, pero ahora, con los problemas de salud, "me han operado de muchas cosas, no puedo trabajar".

Pronto dejar? de ser el nuevo, porque una de las parejas que ocupan un trozo de este solar est? esperando un bebé y la gran familia que forma esta comuna crecer?.



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