El 1 de agosto de 1935, a las cinco de la tarde, Adolf Hitler pronunci? el discurso m?s intrascendente de la historia de los Juegos Ol?mpicos: "Proclamo abiertos los Juegos de Berl?n que celebran la undécima olimpiada de la era moderna". Hab?a acordado con el COI no hacer ninguna declaraci?n pol?tica y cumpli?. Pero no hac?a falta, su puesta en escena fue calificada como una "declaraci?n de guerra marcialmente estilizada desde una zona de despliegue cuasi militar".

Goebbels convenci? a Hitler

El caudillo fue vitoreado por m?s de un mill?n de personas en su recorrido en coche al estadio, donde doscientas mil le aclamaron. En un estadio fara?nico que se tard? en construir 28 meses y que pas? por varias fases en su construcci?n. A Hitler, de inicio, le estorbaba la celebraci?n de los Juegos, algo que hab?a herededa del gobierno anterior. Incluso el peri?dico oficial del partido nazi, el V?lkischer Beobachter, hizo campa?a para su cancelaci?n y sustituci?n por un festival gimn?stico. Sin embargo, el ministro de Propaganda nazi, Joseph Goebbels, convenci? al Führer de que los Juegos ser?an el mejor escaparate para mostrar al mundo las excelencias "de la nueva Alemania". Pero lo que termin? de convencerle fue la entrada de divisas extranjeras, como hab?a ocurrido con la Italia fascista de Mussolini, quien sac? rédito a los JJOO de 1932 y el Mundial de 1934.

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Una vez convencido de la celebraci?n orden? construir el mayor estadio del mundo para albergar los Juegos. Se lo encarg? a Werner March, pero Hitler, que era muy aficionado a la arquitectura, no qued? contento. Quer?a algo m?s contundente, con m?s hormig?n y menos acero y cristal. As? que llam? mandar al arquitecto oficial del régimen, Albert Speer, y le pidi? 'robustizar' el estadio apostando por un estilo m?s neocl?sico. Hitler termin? transigiendo. En oto?o de 1933 el régimen dio m?xima prioridad a la organizaci?n y financiaci?n de los Juegos Ol?mpicos. Goebbels apost? por hacer un "homenaje a Alemania" en el que mezcl? el culto al cuerpo y la propaganda nazi, con el encargo a la cineasta Leni Riefenstahl de un documental de claros tintes nazi sobre los Juegos.

El presupuesto del Estadio Ol?mpico se dispar? con la orden de ampliaci?n del Führer. Se confisc? el hip?dromo circundante se expropi? terreno al inquilino de la zona, el Union Berl?n. Se utiliz? ese espacio cre? para una gran zona de desfiles y reuniones, la actual Maifeld. Los gastos aumentaron de los 5,5 millones de marcos a 42 millones. La m?quina propagand?stica ya estaba en marcha y Hitler convirti? los Juegos en un evento de propaganda pol?tica que se top? con un enemigo inesperado: Jesse Owen. El atleta estadounidense que gan? seis medallas y él nunca salud?.

Hitler orden? dise?ar otro estadio para 400.000 espectadores

Hitler se entusiasm? con los Juegos y los éxitos de sus atletas, acudiendo caso todos los d?as al evento. Tanto le gustaron que en 1937 orden? a Albert Speer dise?ar otro estadio con capacidad para ?400.000 espectadores! Ser?a parte del proyecto del Welthauptstadt Germania, un proyecto urban?stico para convertir Berl?n en la capital del mundo. Pretend?a que ese macroestadio albergase de forma permanente los Juegos Ol?mpicos a partir de Tokio 1940. Pero la guerra se llev? por delante sus planes y durante la Segunda Guerra Mundial, la empresa Blaupunkt oper? una planta de producci?n de detonadores en las catacumbas del estadio. Adem?s se utilizaron para encerrar a los detenidos y como campamento de las SS.

Durante la Batalla de Berl?n se produjeron combates cerca del Estadio Ol?mpico. El 28 de abril de 1945, Hitler orden? desde su bunker al l?der de la Juventud del Reich, Arthur Axmann, que defendiera el cruce de Havel y el campo de deportes del Reich con su divisi?n HJ contra el avance soviético. El combate fue una escabechina para los nazis, porque mientras Axmann estim? apenas 70 bajas en el lado alem?n, otras fuentes hablaron de miles de miembros de las Juventudes Hitlerianas muertos. Al final de la guerra, en el lugar del Estadio Ol?mpico quedaron cr?teres de bombas y el campanario fue destruido por un incendio.

Dos d?as después de la clausura de los Juegos Ol?mpicos de Berl?n, el capit?n de la Wehrmacht y director de la villa ol?mpica, Wolfgang Fürstner, decidi? pegarse un tiro al recibir la baja del Ejército por su ascendencia jud?a. Y dos meses m?s tarde se abr?a, a pocos kil?metros de la villa ol?mpica, el campo de concentraci?n de Sachsenhausen.



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