Dani Olmo, que creci? y madur? en Croacia, nos advirti? antes de viajar a Berl?n: "Para ellos jugar con su selecci?n es un plus. No solo con el f?tbol, también en balonmano, waterpolo... Mueren por ganar, tienen un hambre competitivo incre?ble". Croacia, a la que la guerra le quit? todo, tiene m?s ganas de ganar que nadie. El f?tbol, en realidad, es un espejo en el que vemos nuestra vida pasar. Ayer, antes del partido, com? en el animado bar de mi hotel en Berl?n: 'The Social Hub". Mezcla de residencia Erasmus y convenci?n de 'nerds' de Silicon Valley invadida divertidamente por un ejército de croatas. Me tomé una cerveza con algunos de ellos y con una cuadrilla de espa?oles.*

"Nadie sabe mejor que Modric o Brozovic lo que significa para nosotros que ganen. El pa?s se para cuando juegan. No es solo f?tbol". Mladen ven?a de Split, pero tiene primos en Alemania, donde hay casi medio mill?n de croatas residiendo. Por eso "jugamos en casa". Si nadie siente m?s su bandera que Croacia, enfrente estamos nosotros. Uno los de pa?ses que menos se identifica con su selecci?n (hasta que gana). Solo hab?a que ver las gradas, donde diez mil espa?oles brotaban como setas entre los 50.000 croatas que las poblaban.*

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M?s bufandas que banderas

Transpiraba espa?olismo Luis de la Fuente en la previa: "Somos el mejor pa?s del mundo, pero debemos sentirnos m?s orgullosos de ser espa?oles". Me dan pereza las comparaciones, aunque puedo estar m?s de acuerdo con la segunda premisa. Pero hay que respetar que cada uno sienta su espa?olidad como le venga en gana. La Historia revela que solo nos unimos cuando nos sentimos amenazados. Napoléon puede ratificarlo. Por lo dem?s, cada uno tiene su patria. La m?a es mi cepillo de dientes y la primera p?gina de un libro, un paseo por una ciudad desconocida o una canci?n de Franco Batiatto, que en su adolescencia fue "un defensa diletante, un Facchetti atolondrado". Rebat?a el otro d?a a un colega sus reproches a un jugador de la selecci?n espa?ola por hablar catal?n en una rueda de prensa. El mismo periodista aplaud?a a Ancelotti por responder en italiano a sus compatriotas o en inglés a los periodistas brit?nicos. Somos m?s de bufandas que de banderas.*

Es dif?cil sentirse "muy espa?ol y mucho espa?ol", que dir?a Rajoy, con el nivel de nuestros debates pol?ticos y nuestras tertulias deportivas. Que vienen a ser lo mismo. Pan y circo. Vivimos en un pa?s que se indigna por encima de sus posibilidades. La piel fina es el mayor s?ntoma de paletismo que conozco. Viajar alimenta el alma y te abre el entendimiento. Cada uno es libre de sentirse como quiera, hijo de su ciudad, sobrino de su regi?n o nieto de su pa?s. Recuerdo como uno de los mejores veranos de nuestras vidas (junto a mis hijos) uno en un pueblo catalanoparlante del interior de Tarragona rehabilitando la casa de un payés. Ning?n ni?o del pueblo hablaba castellano, pero mis hijos a?n recuerdan lo bien que lo pasaron con su 'colla'. Nuestra tendencia natural es empatizar, no para odiar. Nos ense?an a hacerlo.*

Ver a los escoceses cantar durante 90 minutos m?s all? de que su selecci?n estuviese siendo goleada fue emocionante. Como lo fue ver a los h?ngaros entonar su himno entre l?grimas después de 44 a?os sin jugar la Eurocopa. La diversidad es riqueza. He vivido cuatro a?os en Galicia, donde los seis primeros meses no me hablaban. Hoy algunos de mis mejores amigos son gallegos. Admiro c?mo los croatas viven su patriotismo igual que disfruto viendo c?mo lo hace un catal?n del Raval, un madrile?o de La Latina o un extreme?o de Almendralejo. Soy del sur, del sur del sur... De la milenaria provincia de C?diz, tierra abierta al mar donde todos son bienvenidos. Yo, en realidad, solo busco un centro de gravedad permanente...**

POSDATA: Gracias a la chica del tren, y a la paciente revisora, que me ayudaron a desenmara?ar un l?o con los billetes que resultaron no ser tal. El café que tomamos luego en el vag?n cafeter?a me lo guardo como un regalo de este viaje. Hay gente buena en todos lados. Esa gente es mi patria.*



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