Siempre he sido un enamorado de Francia desde que empecé a descubrir el pa?s en 1991, en un Tour de dif?cil olvido porque fue el primero de los cinco triunfos de Miguel Indur?in. Cuando viajas por lo que ellos denominan el Hex?gono te das cuenta de que una cosa es Par?s y otra lo dem?s, un territorio variopinto donde el sur y el norte, al igual que el centro nada tienen que ver. Los bretones en nada se parecen a los occitanos y estos son como la noche y el d?a si se les compara con un alsaciano; eso s?, a todos les une una pasi?n que se denomina Tour de Francia.

Va m?s all? de cualquier cultura sea art?stica o deportiva. Y ya no digamos ideol?gica ahora que el Tour entra en su pa?s de origen en plena recta final de las elecciones legislativas. Por cierto, para llegar a Italia fue necesario atravesar en coche la costa mediterr?nea francesa donde llamaba la atenci?n la publicidad de los partidos pol?ticos, todos anunci?ndose en unas pizarras de hierro con diferentes n?meros, asignado cada uno de ellos a una formaci?n. Y, entre los dise?os, el m?s sorprendente fue el del Nuevo Frente Popular con una composici?n de colores, cada cual identificativo a un partido del bloque, pero que tal como los han colocado formalizan la bandera republicana espa?ola.

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Ciclismo y elecciones, en un mismo d?a

Si hay una etapa diferente a todas en este Tour es la que est? programada para este domingo, 7 de julio, d?a de San Ferm?n, de san Indur?in como algunos lo citan en carrera. El resto son las habituales, contrarrelojes (dos est?n previstas), monta?as por doquier, alg?n esprint como el que se vio el lunes en Tur?n, y varias jornadas para que los actores de reparto de la carrera se escapen con permiso de los primeros protagonistas y realicen alguna fuga con el premio de una victoria; el podio, la gloria del d?a, las entrevistas, la portada de ‘L’?quipe’ y la copa de champ?n por la noche con los compa?eros, directores y auxiliares.

El 7 de julio, en Troyes, desde donde se sale y se llega, los ciudadanos est?n llamados a las urnas en pleno festival de Tour, en una etapa con 34 kil?metros de tierra -gravel como se denomina ahora- que puede marcar mayores diferencias que una contrarreloj o un d?a salvaje por los Pirineos o los Alpes.

El Tour bloquea carreteras, la propia de la competici?n y las de acceso, en ocasiones, hasta el d?a anterior y si no desde primera hora de la ma?ana. No pasa nadie, hasta los vecinos tienen vetada la movilidad motorizada a sus viviendas. Pero, si hay una cita con las urnas, qué ocurre. Por mucho Tour en plena ebullici?n hay que ir a votar y un colapso de carreteras es una dificultad a?adida, sobre todo cuando se vive en zona rural y hay que desplazarse a la ciudad a depositar la papeleta.

M?s libertad de movimiento

En Troyes, las carreteras del Tour se cerrar?n con el tiempo justo para que pase el pelot?n, se dejar? a la gente ir a los colegios electorales, si es en coche, estupendo, y el horario de votaci?n se ampliar?, que Francia, Europa y todos, se juegan mucho con lo que ocurra en el pa?s y no es plan que las bicis, por muy famosos y r?pidos sean los que pedalean en ellas, entorpezcan la segunda vuelta de la votaci?n.



Francia es un pa?s afectuoso, donde hasta empiezan a dejar abiertos los restaurantes (casi) en hora espa?ola, lo que es de agradecer para los enviados especiales que cierran hambrientos la sala de prensa. Cuidan a las ciudades con mimo y, al igual que sucede en Espa?a, la excelencia de los carriles bici, a favor o en contra, sirve para adivinar la l?nea pol?tica de los alcaldes o alcaldesas, aunque los que no son partidarios de animar a moverse en bici por su ciudad suben igual al podio del Tour a entregar los premios.



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