Eran irreductibles, o, mejor dicho, solo se les pod?a da?ar desde dentro, y lo hicieron…

Aparec?an como el ?ltimo equipo infantil de su club. Ni caso, contestatarios y testarudos, maravillaron y quedaron a solo dos victorias de ganar el campeonato. Eran inmensos, generosos, osados y solidarios. Eran muy guapos. Eran amigos. Hoy no existen como equipo.

No importa el club al que me refiera, créanme que no es importante, el problema no es un club de barrio, sino que en edades formativas, alguna entidad tenga a?n el 'ganar” como ?nica meta y al final de temporada sean capaces de expulsar ni?os, olvidando su sagrada misi?n de formar seres humanos sacrificados pero felices, no triunfadores.

Poco importa que la FCF se deje la piel en campa?as concienciando que el f?tbol en la infancia y la adolescencia es lealtad, crecimiento, cohesi?n e integraci?n, después, algunos clubes son lo que son… La mayor?a jam?s expulsar?n un ni?o por competitividad; otros, en cambio, dejan caer su careta y te hacen descubrir que no est?n al servicio social de los ni?os y sus familias, sino las familias a su m?sero servicio competitivo o econ?mico.

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Ese, era un equipo ecléctico, diferente, divertido, donde el alto y poderoso cubr?a al bajito que luego resultaba el m?s diablillo y el m?s listo, donde el m?s r?pido compensaba al m?s lento porque este atesoraba el mejor pie para asistir o chutar, donde, resumiendo, todos ayudaban a todos. En la banda, el mejor entrenador, hijo de una auténtica leyenda, un m?ster de coraz?n enorme, exigente, d?ctil e implicado que supo ver en todos sus ni?os, sin excepci?n, funci?n y talento hasta convencerlos de que, si no estaban todos, si no estaban juntos, no eran nada. Pero su club lo dejo solo en sus valores.

Lleg? el cambio de categor?a: ?Cadetes de primer a?o! Y, a?n emocionados, el club informa que ocho de ellos ser?n apartados y despedidos por motivos “de competitividad deportiva”. Dram?tico porque ellos ya han aprendido que, “si faltan ocho, faltar?n todos”.

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Si hoy, como cientos de padres, buscan un club para sus hijos, no pregunten por el vestuario, el campo o las instalaciones al visitarlo, h?ganme caso, pregunten por sus valores y su lealtad hacia los chavales. Pregunten si prima el respeto o el resultado.

Y si les toca el trance de asumir que su hijo es arrancado de su grupo, de su proyecto, de su 'equipo'… Cuando como padres les pregunten: "?Por qué me echan? ?Qué he hecho mal?", digan la verdad: "Nada, hijo m?o, nada… Te ha tocado vivir en una sociedad, donde para algunos, el destino prima sobre el camino, y el dinero puede m?s que el instinto y la libertad".

Deber?amos reflexionar.



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