En las fotograf?as de Neeskens vestido de azulgrana cuesta encontrarlo sin Cruyff. As? de estrecha era la relaci?n entre los dos Johans. Su complicidad se forj? con la naturalidad de las personalidades complementarias.

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Eran distintos y precisamente por eso se entend?an. Ocurr?a algo parecido en el campo: Cruyff era el talento puro y la inteligencia. Neeskens, la voluntad y el coraje. Cruyff pidi? su fichaje porque sab?a que se aseguraba tener las espaldas cubiertas. Si se iba al ataque -y Cruyff iba pero no volv?a- sab?a que Neeskens le ahorraba m?s de un problema con el entrenador.

El Camp Nou adoraba su determinaci?n por recuperar el bal?n y su energ?a en la presi?n. El pressing del Barça y Pa?ses Bajos empezaba en Neeskens. De azulgrana jug? 183 partidos y marc? 83 goles. En los detalles se explicaba su car?cter. Lanzaba los penaltis tirando por el medio a reventar (el d?a que intent? lanzar a colocar fall?) y jugaba con tobilleras blancas. Neeskens iba a la guerra en cada partido, pero su cara se manten?a impasible, como si viviera con naturalidad la intensidad del f?tbol.

Neeskens jug? su ?ltimo partido de azulgrana en el Camp Nou (un Barça-Sevilla) con un homenaje rotundo, pero nunca se fue. Su figura trascendi? el terreno de juego, convertido en arma arrojadiza de la grada contra N??ez. ?l fue el presidente con el que se march? Neeskens, el Johan II, como se le bautiz? en la época. La afici?n nunca lo olvid?.

Lleg? Simonsen, y cuando los resultados se torc?an, el Camp Nou estiraba la ‘e’ de Neeskens. “Neeeeskens, Neeskens”, gritaba. ?l lo recuerda con cari?o: “Siempre he mantenido una relaci?n muy buena con el club, ya fuera como jugador o desde el mismo d?a en que me marché. Me fui, pero mi coraz?n se qued? en Barcelona”. Neeskens volver?a al Barça ya como segundo de su compatriota Frank Rijkaard. Acostumbrado a expresarse en el campo, nunca fue un comunicador de grandes palabras. ‘Nees’ siempre fue un tipo de acci?n.



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