Mbappé, ejerciendo su derecho a la libertad de expresi?n, tuvo a bien no pasar de puntillas por encima de la realidad de su pa?s. Insisto: tuvo a bien. Porque si esta contraportada es un espacio de opini?n libre que este peri?dico también tiene a bien ofrecer al lector, quien esto firma considera que el jugador francés “va fer santament”, que dir?a mi abuela. Un ejercicio de compromiso, de sinceridad y, sobre todo, de ciudadan?a que autom?ticamente gener? las cr?ticas tan esperadas por él como por la arriba firmante.

Salirse del registro del ‘futbolista tipo’ tiene un precio y Mbappé decidi? pagarlo con gusto. ?l, que puede. Seguro que pens? -y con ello, ejerci? de l?der también- en todos aquellos compa?eros y compa?eras de profesi?n que cuentan con menos patrocinadores, cobran una miseria en comparaci?n con él, quiz? tengan miedo ante las represalias si deciden ‘mojarse’ pol?ticamente y cogi? la bandera que también enarbolaron antes Thuram y Dembélé para dar voz a los y las que piensan lo mismo que él.

La estrella de Francia encendi? la luz para iluminar algo m?s que el terreno de juego. Le dio una patada al bal?n de la falta de respeto y la intolerancia, invit? a formar equipo contra ello a los m?s j?venes de su pa?s y, consciente de que “muchos dicen que no hay que mezclar pol?tica y deporte, pero en situaciones as? la pol?tica es m?s importante que el partido de ma?ana”, se puso el brazalete de capit?n de un colectivo.

Del grupo de ‘los muchos que dicen’, tuvo también a bien pronunciarse Unai Sim?n. El portero opta en su d?a a d?a por una postura tan respetable como la de Mbappé, la de no opinar. Pero cuando cuestionas que otro compa?ero de profesi?n lo haga, opinas. Esto es as?.

Bienvenido a la Liga y a una sociedad que le recibe con los brazos abiertos como persona







Lleg? otro d?a D para Kylian, el que lo estrenaba en esta Eurocopa como capit?n de Francia. Digeridas mejor o peor sus palabras m?s all? del césped, el jugador saltaba al campo con un tsunami de aplausos y cr?ticas previas. Aqu? estaba yo atenta y focalizada en La Castellana. Porque en la capital no ha acabado de gustar que su nueva estrella se haya salido de los m?rgenes del guion.

“Con el escudo del Real Madrid en el pecho, esto no lo dice”. “Uno de los nuestros no habla de estos temas”. “Aqu?, no”. Lo escuché, lo le? y lo interpreté entre l?neas sin temor a equivocarme. Que vaya tomando nota el francés cuando sea presentado, levante la mirada hacia el palco (de los hilos estoy convencida no, segura, que sabe perfectamente cu?les son y sus colores) y le cuenten lo que se comenta en ciertos c?rculos. Conoce perfectamente el contexto y me da la sensaci?n de que esa personalidad, esa capacidad de liderazgo y ese posicionamiento claro contra la ultraderecha no encaja, de entrada, en un colectivo acostumbrado a priorizar las glorias deportivas a ciertas miserias humanas.

Ciudadano Mbappé, sea usted bienvenido a la Liga. Pero, por encima de cualquier otra cosa, a una sociedad que tiene a bien*recibirlo con los brazos abiertos como persona y con la rivalidad l?gica como deportista. A muchos ya les ha ganado en este primer envite. Larga vida a los que, como usted, no regatean la realidad social.



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