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ãäÊÏíÇÊ ÝæÑ íæ ÇáÞÓã ÇáÑÆíÓí food and agriculture news Cr?nicas teutonas (VIII)): Günter y las campanas de Schwenningen
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Las campanas de Schwenningen repican cada d?a a las seis de la ma?ana con un vigor que parecer?a que festejan la ca?da del muro de Berl?n o la boda de Lady Di. Quiz?s tenga que ver con la existencia de la asociaci?n de m?sica Harmonie, reconocida en el pa?s como una de las m?s prestigiosas. O tal vez con la tradici?n relojera de este pueblo de la Selva Negra. Se trata de un repicar alocado, como aquel antiguo “toque de fuego” que anunciaba en los pueblos una emergencia solicitando la ayuda de los vecinos, o aquel otro “toque de tormenta”, en el que el campanero advert?a de la llegada de un temporal avisando con el repiqueteo a quienes trabajaban en el campo.

Las redes sociales de la Edad Media

Cuando no exist?a el What’s App, Instagram o Tik Tok, las campanas eran las redes sociales de los pueblos. Seguro que Rodri, el ?nico futbolista espa?ol que no tiene redes sociales (“le falta marketing y redes sociales para ser Bal?n de Oro”, advert?a Morata a la prensa”), prefiere las campanas para informarse que el vertedero en el que se ha convertido la red de Elon Musk. Schwenningen es la parte este de Villingen-Schwenningen, un pueblo que se termin? fusionando administrativamente, como lo hicieron en Extremadura hace poco Villanueva de la Serena y Don Benito para formar Vegas Altas. Aqu? en Alemania, donde son m?s pr?cticos y cartesianos, pensaron que para qué complicarse la vida y sumaron los dos nombres. Villingen-Schwenningen, nombre muy c?modo de pronunciar como habr?n advertido, dista de Donausechingen 17 kil?metros, los cuales recorremos diariamente como feligreses para ver los entrenamientos de la selecci?n.

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Ayer le pregunté a Unai Sim?n si hab?a visto algo de f?tbol esta Eurocopa, porque hay muchos futbolistas a los que no les interesa un pimiento el f?tbol. Acab? desvelando que ha visto mucho, por no decir casi todos los partidos. Habl? de Eslovenia, advirti? que para él los futbolistas deben hablar de f?tbol y se march? a comer con sus compa?eros, que ten?an la tarde libre y eligieron Die Burg, restaurante con una estrella Michel?n. "La cuadrilla" se reuni? al margen de los entrenadores, que también salieron a comer por su lado. Siempre es recomendable dar espacio a tu pareja para que disfrute de su espacio libremente, y De la Fuente, pens? que ayer era el d?a, sobre todo ante el zafarrancho que viene ahora con desplazamientos muy seguidos a Gelsenkirchen y Düsseldorf para cerrar la primera fase de la Eurocopa.

La multa de Günter

Ante la espantada general, los chicos de la prensa comimos en Donausechingen, otro nombre sencillo de pronunciar como habr?n advertido. Fue en la plaza del pueblo, donde aparqué el coche y estuve buscando una m?quina para poner el ticket de aparcamiento durante un buen rato sin éxito. Finalmente entramos a comer a un lugar porque cerraban la cocina. Aqu? no se andan con miramientos y a las 14.30 ya no comes en ning?n sitio, igual que pasadas las 21 las cocinas se cierran a cal y canto. El asunto es que al salir me encontré a un polic?a local que andaba ‘recetando’ una multa a mi coche. Después de no pocas explicaciones declin? ponerme la multa, regal?ndome lo que aqu? ser?a el ticket de aparcamiento. Una cartulina con un hueco en el que giras una especie de reloj para indicar a qué hora has aparcado. A partir de ese momento dispones de 90 minutos para hacer lo que quieras y pasado ese tiempo debes mover el veh?culo. Tan maravillosamente anal?gico como el repicar de una campana. La negociaci?n fue seguida con interés por el medio centenar de paisanos que estaban sentados en las mesas de la plaza, quienes al ver el desenlace favorable me tributaron una sonora ovaci?n entre risas por haber convencido al incorruptible Günter, que as? se llamaba el agente de la autoridad en cuesti?n. La escena fue digna de una pel?cula de Ozores. ?l con su alem?n de la Selva Negra y yo con mi andaluz de C?diz… Pero en la vida, si se quiere, dos siempre se acaban entendiendo, estés en Donausechingen o en Zahara de los Atunes. Y el bueno de Günter estaba por la labor.

El incidente ocurri? apenas a cien metros de la Donauquelle, la Fuente del Danubio, donde se escenifica el nacimiento de este r?o de 2.800 kil?metros que atraviesa diez pa?ses y es mundialmente conocido por el vals ‘Danubio azul’ de Johan Strauss. El t?tulo nada tiene que ver con alg?n poético verso, en realidad la culpa es del famoso humor negro vienés. Durante la segunda guerra napole?nica (1805) un escuadr?n de soldados se ahog? en un trecho del r?o, y se dice que “los cad?veres ti?eron el Danubio del azul de sus uniformes”.

En su origen, en 1867, el ‘Danubio azul’ era un vals c?mico cuya letra parodiaba asuntos de la actualidad del tumultuoso reinado de ‘Paco Pepe’ (el monarca Francisco José, emperador de Austria y rey de Hungr?a). La escribi? el comisario de polic?a (y poeta) Josef Weyl, un tipo que de nacer hoy habr?a sido chirigotero en el barrio de la Vi?a en C?diz, dada su facilidad para el chiste y la chufla. El asunto es que Strauss hizo una versi?n m?s sobria para piano y coro, y desde entonces el ‘Danubio azul’ es lo primero que suena en las radios y televisiones austriacas después de que deje de repicar la Pummering, la campana de la catedral de San Esteban, lo que vendr?a a ser la versi?n austriaca de nuestra Puerta del Sol. As? que lo de campanas no es algo exclusivo de Schwenningen. Acabaré echando de menos ese repiqueteo que me hace saltar de la cama cada ma?ana como si se me estuvieran poniendo una multa.



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