El mercado de fichajes del Barça es como la droga: cuesta muy poco entrar, pero mucho m?s dif?cil es salir. Cuando lleg? Lewandowski, el subid?n fue tal que el Camp Nou registr? la mejor entrada de la historia en la presentaci?n de un futbolista. Luego vino Koundé, cuyo fichaje estaba descartado incluso por Mateu Alemany de forma interna, pero qué narices: ?esta noche, fiesta! Kessie y Christensen son los cubatas a los que invita un amigo y lo de Pablo Torre, la botella de vino regalada que se guarda en la bodega. La llegada de dos laterales es salir fuera a tomar el aire para regresar y acabar el festival a lo grande, con Bernardo Silva. De perdidos, al r?o.

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La incredulidad con la que atiende Europa al mercado de fichajes del Barça es inversamente proporcional a la euforia que genera en cierto entorno culé. Quienes rodean al Barça son una masa heterogénea de seguidores, los locales y los que no lo son, socios, abonados y los que no lo son, y oposici?n, la que ejerce y la que no. Es obvio que quienes m?s ruido hacen son los que celebran el enorme dispendio pensando, con cierta l?gica, que cuanto mejor plantilla tenga el Barça, m?s van a disfrutar. Este grupo es de mirada corta, nada que reprochar. Luego est? quien, por la ma?ana, acompa?a la lectura diaria de SPORT junto a un café y una mueca de desaprobaci?n combinada con cierta preocupaci?n. Entiende que el club va a la deriva, tampoco hay nada que reprochar. Todos tienen, desde su ?ptica, argumentos para contrarrestar al contrario, pero queda claro que el mercado de fichajes del Barça este verano es una org?a desbocada que nadie hab?a previsto. Unos la disfrutan y otros reniegan de ella.

Ser del Barça es tremendamente complicado porque, al contrario de lo que pasa en el*Madrid, aqu? todo el mundo opina y cree tener raz?n. En el Bernabéu solo manda Florentino*y lo que dicta desde su trono se esparce sin rechistar entre sus lacayos. Palabra de Dios, te alabamos se?or.*

Perm?tanme una confesi?n en primera persona: servidor no sabe qué pensar. O mejor dicho: hay d?as que se levanta euf?rico so?ando con la llegada de Bernardo Silva y otros, absolutamente preocupado por lo que considera un triple salto mortal hacia adelante de consecuencias imprevisibles. Servidor, una ?ltima confesi?n, es de los que llegaba a casa a las siete de la ma?ana tras asegurar a su compa?era de fechor?as que “vamos, pero solo una copa, eh”.*

As? que, llegados a este punto, ?qué narices? ?Que pase el siguiente! El Barça, tras haberse olvidado del ma?ana de forma m?s o menos irresponsable, est? casi obligado estructuralmente a ir a por Bernardo Silva con todo. Quedarse a medias, a estas alturas de la fiesta, no es una opci?n. Ser?a un bajonazo que, a estas alturas de la noche, el Barça no puede permitirse.



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