Cuatro segundos antes se hab?an escuchado siseos de fastidio. Era el ?ltimo error cometido durante una actuaci?n muy floja, propia de un debutante de 19 cargado con el peso de la inexperiencia y la responsabilidad del debut en una gran competici?n.

Pero Kaan Ayhan, un guerrero de 29, turco nacido en Gelsenkirchen, rob? un bal?n que le dej? para dirigirse hacia la porter?a. Arda Güler dio tres o cuatro pasos y dispar?. La bola traz? una curva delicada, maravillosa, dotando de color y belleza el gol de la victoria de Arda Güler.


A los buenos de verdad se les ve por sus acciones y el nombre del club de filiaci?n lo corrobora: Inter, Juventus, N?poles… El del Real Madrid lo defend?a Güler, el benjam?n del equipo, que justific? con una sola acci?n, una extraordinaria, valiosa como ninguna, la base de fe que tiene Vincenzo Montella en él.

Le cambi? de posici?n -hab?a empezado en la derecha y lo traspas? al centro- y renunci? a sustituirle siendo como era el m?s flojo del frente atacante, hasta que hab?a que defender ese golazo. Montella, sin embargo, acab? siendo injusto con el chaval que le brind? el mejor regalo el d?a que cumpl?a 50 a?os porque Güler, honrado y euf?rico, molest? lo suficiente al levantinista Giorgi Kochorashvili para que el tiro, solo ante el portero Günok, golpeara en el travesa?o y no se transformara en el 2-2. Puso el pastel, las velas y el regalo. Todo. O casi todo, para no ser injustos.

Hubo m?s actores. A Kochorashvili le molest? Mikautadze cuando intent? por segunda vez el 2-2 en el minuto 90, el palo evit? de nuevo el empate y la cabeza de Samet Akaydin a continuaci?n. Aktürko?lu coloc? la guinda corriendo solo hacia la porter?a georgiana para colocar el 3-1.

La carga de emotividad fue tan intensa como la lluvia que barri? Dortmund en medio de unas horas de aviso de grandes tormentas en la zona. Nada importaba a unos ni a otros, los turcos jugando casi como en casa por la millonaria comunidad que hay en el pa?s y los georgianos participando por primera vez en el festival futbol?stico. Vociferaban todos, en pie, imposible de saborear lo que era un acontecimiento ?nico para la mayor?a que solo el resultado podr?a aguar. As? acabo el duelo, en medio del paroxismo por la incertidumbre del marcador, algo cruel para el empe?o de Georgia.



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