El 12 de mayo estaba marcado en el calendario como la fecha en la que se decidir?a la gobernabilidad no solo de Catalu?a, sino también de Espa?a. Las elecciones auton?micas pod?an alterar el mapa pol?tico estatal. Todav?a pueden. Pero ahora parecen un escenario lejano. Hay asuntos m?s urgentes desde que el miércoles Pedro S?nchez anunciara, por sorpresa y sin consultarlo con sus colaboradores, que estaba pensando en dimitir por el “acoso” a su mujer, Bego?a G?mez, después de que un juez admitiera a tr?mite una querella del sindicato ultra Manos Limpias por tr?fico de influencias.*

Ahora nadie sabe, ni siquiera el propio S?nchez, seg?n lo que explica él mismo en una carta sin precedentes, si el d?a que voten los catalanes él seguir? en la Moncloa. Pero si el pr?ximo lunes decide continuar, y en el PSOE hay muchas dudas de que vaya a hacerlo, los inminentes comicios para elegir al pr?ximo president de la Generalitat seguir?n teniendo una enorme trascendencia m?s all? de las fronteras de la comunidad.**

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El relato

Para empezar, est? el relato que ha construido el jefe del Ejecutivo, que se ha tomado cinco d?as de reflexi?n, anulando una agenda que inclu?a dos m?tines en Catalunya y un comité federal del PSOE en Madrid, para justificar sus iniciativas frente a la crisis territorial. De los indultos a los condenados por el referéndum de 2017 hasta la amnist?a a quienes a?n no han sido condenados por los mismos hechos, pasando por la mesa de di?logo y la derogaci?n del delito de sedici?n, S?nchez ha defendido siempre que tomaba estas decisiones, m?s all? de por necesidad de los votos en el Congreso de ERC y Junts, porque consideraba que eran buenas en s? mismas al contribuir a la “convivencia”, rebajando la pulsi?n separatista. Pero si el independentismo vuelve a lograr la mayor?a en el Parlament, y a?n m?s si Carles Puigdemont resulta investido, esa argumentaci?n quedar? muy tocada.*

Y después est?n las relaciones con republicanos y posconvergentes, que con siete diputados cada uno resultan indispensables para sacar cualquier proyecto adelante en el Parlamento. Quiz? los necesite de manera urgente, si no tira la toalla y se somete a una cuesti?n de confianza que podr?a celebrarse antes del 12M. En principio, saldr?a adelante. Al requerir solo mayor?a simple, bastar?an los votos de ERC y la abstenci?n de Junts, un partido con el que los acuerdos resultan m?s complicados.*

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El triunfo de Illa

Siempre en condicional, porque la tesis de que el lunes anunciar? su dimisi?n cotiza al alza entre sus colaboradores, un resultado en Catalunya que permitiese al socialista Salvador Illa llegar a la Generalitat también colocar?a a S?nchez en una situaci?n muy compleja. En la Moncloa admiten el riesgode que republicanos y posconvergentes, tras la*hipotética derrota, concluyan que esta se debe a sus pactos en Madrid y cambien por completo de actitud, rechazando las iniciativas del Gobierno.

Pero en el n?cleo duro del jefe del Ejecutivo llevan tiempo (o llevaban, porque ahora est?n en shock y volcados en convencerle de que no se vaya por una denuncia que tachan de "patra?a") intentando transmitir tranquilidad. Conf?an en que los partidos independentistas, en*el caso de que no alcancen el poder, mantengan su mano tendida a cambio de contrapartidas. “No hay que gobernar para pedir cosas para tu territorio. ?Qué ocurre con Bildu, el BNG, Comprom?s o ahora mismo también Junts? Piden cosas para sus territorios y no est?n gobernando. Porque todos quieren decir: ‘Esto se ha hecho por m?”, se?al? hace un par de d?as un alto cargo del Gobierno. Entonces el escenario estaba muy abierto. Ahora, con S?nchez amagando con la dimisi?n, lo est? mucho m?s.******

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