Mar?a est? de pie. Desafiante. Algo girada para marcar una barriga que, si no tiene nueve meses, poco le falta. Luce orgullosa un vestido azul desabotonado. Quiz?, dada la posici?n de su mano derecha, porque as? fulminar?a toda duda sobre la naturaleza humana de Jesucristo. La virgen que Piero della Francesca pint? en 1460 convirti? a la iglesia de Santa Mar?a de Nomentana en lugar de peregrinaci?n: la peque?a localidad de Monterchi (Italia), de repente, empez? a recibir a mujeres embarazadas que oraban por tener un buen parto. Una costumbre que se mantuvo hasta que, en 1785, un terremoto destruy? la ermita… dejando ?nicamente en pie este fresco.

Entonces, el rito mut? en mito. Convirtiendo as? a las madonnasincintas en un s?mbolo que ahora, en cambio, no resulta tan habitual ver. Las hay, claro. Pero, entre las afamadas Virgen del Pilar, Virgen de Covadonga, Virgen de Montserrat, Virgen de ?frica y Virgen del Roc?o, entre otras, apenas hay una m?nima referencia a las gr?vidas.

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La 'Madonna del Parto di Montefiesole', de Antonio Veneziano, se conserva en la Iglesia de San Lorenzo.
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“Personifican la espera del nacimiento de Jes?s y la importancia de la familia en la tradici?n cristiana. Esta iconograf?a comenz? a representarse en Occidente durante los ciclos marianos, a partir de una escena en la que Mar?a visita a su prima Isabel”, mantiene Clementina Calero, profesora de Historia del Arte en la Universidad de La Laguna. Seg?n el Evangelio de Lucas, tras un saludo en el que su vientre se estremece, ésta le asegur?: “Dios te ha bendecido m?s que a todas las mujeres… incluido tu hijo. ?Quién soy yo para que venga a verme la madre de mi Se?or?”.

Desde entonces, han ido aflorando im?genes que plasmaban un momento tan trascendente como poco escenificado. Si bien la obra m?s antigua data del siglo IV, hubo que esperar hasta la Baja Edad Media (s. XIV y XV) para que aparecieran de forma m?s recurrente. Algunas, incluso, demasiado expl?citas para no sembrar interrogantes. Entre sus autores, Bernardo Daddi, Antonio Veneziano, Rossello di Jacopo Franchi, Taddeo Gaddi, Bartolomeo Vivarini…

Honestidad y pudor

Su popularidad en la Toscana se disemin? por otros destinos, con especial incidencia en la Corona de Castilla y el Reino de Portugal. A este lado del Mediterr?neo, sobre todo, la figura se extendi? a través de paisajes relacionados con la Anunciaci?n y la Visitaci?n. En Espa?a, por ejemplo, unas de las tallas m?s emblem?ticas es la Virgen de la Esperanza (s. XV) que conserva el Museo del Arte de Girona: se trata de una escultura dedicada a una Mar?a sentada en el trono mientras luce una avanzada tripa. En funci?n de la zona, éstas han recibido nombres variopintos como Virgen de la Expectaci?n, Virgen de la O, Virgen de la Esperanza, Virgen de la Cinta y Virgen de la Encarnaci?n, algunas de las cuales se localizan en Le?n, Zamora, Toledo, Tenerife, Burgos…

Sin embargo, hubo un instante en que su producci?n pr?cticamente desaparece: el Concilio de Trento, una asamblea liderada por el papa Pablo III para intentar resolver la crisis en la que estaba sumido el Vaticano tras la Reforma protestante.

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La 'Mare de Déu de l’Esperança' (s. XV) se halla en el Museo del Arte de Girona.
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“En la sesi?n celebrada el 3 y el 4 de diciembre de 1563 se emiti? un Decreto que recomendaba dotar de mayor honestidad y pudor a las representaciones de Dios, la Virgen y los Santos. En consecuencia, ciertas im?genes fueron destruidas por considerarse irrespetuosas”, sostiene Patricia Andrés, investigadora del grupo Arte, poder y sociedad en la Edad Moderna de la Universidad de Valladolid. Fue, en definitiva, un acto de censura velada que determin? que “no se pintaran ni adoraran con hermosura escandalosa”. Es decir, la Iglesia se preocup? por retirar aquellas interpretaciones carnales que pusieran en jaque el car?cter divino de Jes?s, sustituyéndolas por las secuencias de dolor, humillaci?n y sufrimiento tan presentes hoy.

Esto, en definitiva, provoc? la progresiva desaparici?n de las abrideras en el arte. “Aunque as? sucedi?, es verdad que se han descubierto casos posteriores en Tui, Valencia, San Juan de las Abadesas…”.

Herir sensibilidades

Detr?s de este cambio de paradigma hab?a también una raz?n did?ctica: acercar estos personajes al pueblo. Y, por tanto, convertirlos en modelos a seguir. Un punto de vista que, tal y como subraya Tom?s Ib??ez, historiador de la Universidad Complutense de Madrid responsable de la investigaci?n Anunciaci?n pre?ada, regresa en los siglos XVIII y XIX: “La presencia f?sica del embarazo result? demasiado cruda para la sensibilidad del clero de la época, lo que motiv? la retirada de estas manifestaciones. Un ?nimo que pudo generalizarse y prolongarse en el tiempo, pues varios estudiosos no ocultaron su rechazo. De hecho, en sus trabajos, podemos leer c?mo se refieren a ellas de manera despectiva”.

Como curiosidad, estas v?rgenes no han ocupado espacios diferentes al de otras creaciones: suelen hallarse en catedrales, siendo escasa su presencia en monasterios. Adem?s, mientras que en Castilla y Le?n est?n situadas en el interior de los templos, en Galicia han optado por sus fachadas.

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La Anunciaci?n de la Colegiata de Santa Mar?a la Mayor de Toro (Zamora) data de principios del siglo XIV.
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La conclusi?n es obvia: existen, pero s?lo hay que aprender a buscarlas. Aunque la Iglesia marc? distancias con ellas, el arte ha sabido sacarlas del rinc?n oscuro donde han permanecido para devolverlas al imaginario colectivo. Puede que no deslumbren con tanto brillo como las Mar?as m?s cl?sicas. No es una cuesti?n de vestimenta ni de color de piel. Va m?s all?. Tal vez no coronen ning?n paso esta Semana Santa. O, quiz?, no sea consciente de que est?n ah?.



La explicaci?n es compleja, pero Ib??ez intenta darle respuesta: “Porque no todas han llegado hasta la actualidad y, en parte, porque no esperamos encontrarlas. Hasta que no empecé a analizar este tipo de im?genes no me di cuenta de que hab?a un n?mero mucho mayor del que esperaba. Algunas est?n en entornos rurales, otras en pinacotecas. Est?n ah?, pero no somos consciente”. La fe es as?: hay que creer.



?Y el parto?

Aqu? la respuesta es clara: no hay im?genes que muestren el parto de Mar?a. “Jam?s. Las escenas reflejan el nacimiento en Belén, la adoraci?n de los pastores, la llegada de los Reyes Magos…”, apunta Calero. A lo que Andrés a?ade: “No obstante, antes del siglo XIV, la Natividad de Jes?s contaba con elementos que alud?an a ello, como las parteras o el ba?o del Ni?o”. Por contra, el arte contempor?neo s? se ha atrevido a abordarlo: la fot?grafa Natalie Lennard ha sido pionera en este sentido. “Con su consecuente polémica entre determinados sectores. Lo m?s parecido que hemos tenido en Occidente son las representaciones medievales anteriores a las revelaciones de Santa Br?gida. Ella fue una arist?crata sueca que reconoci? haber tenido varias visiones protagonizadas por Cristo y Mar?a. En una de ellas, la habr?a visto pariendo de rodillas y sin dolor, procediendo a dorar al Ni?o de inmediato”, subraya Ib??ez. Es por ello que, desde entonces, en muchas recreaciones del Nacimiento observamos esta tabla.







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