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منتديات فور يو القسم الرئيسي food and agriculture news Eduardo Mendoza, escritor: "Que me entierren con el Mar?a Moliner"
الريــم Senior Member

El tiempo, ese cuya concepci?n obsesionaba a Hans Castorp en La monta?a m?gica de Thomas Mann, parece haberse detenido en el jard?n de la casa de Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943). El otro, el meteorol?gico, asoma su aspecto primaveral, con sus luces y sus sombras, esa ma?ana en la Ciudad Condal.

Alrededor de la mesa en la que nos sentamos, dispuesta para la ocasi?n con un aperitivo compuesto de olivas, anacardos y cerveza, pululan, silentes, lentas y met?dicas, las siete tortugas que viven bajo el cobijo del escritor y su esposa desde que su hijo bi?logo se las dejara all?.

Antes de la entrevista, le advierto a Mendoza que no est? en mi ?nimo charlar acerca de su ?ltima novela, Tres enigmas para la Organizaci?n, que busco, dado que nunca antes hab?amos coincidido, conversar sobre literatura, un terreno que permite, en realidad, hablar de todo. El autor respira, aliviado, pues en los ?ltimos meses no ha hecho otra cosa m?s que promocionar ese libro. "Muy bien", me dice, y ese "muy" que resuena a conformidad y gusto definir? el rato que pasemos juntos.

Es Mendoza un hombre muy agradable, muy educado, muy simp?tico, muy cabal, cualidades que refleja, sin quererlo, seguramente, en su escritura. Su obra, que alcanza casi el medio siglo, a?na la modernidad y la tradici?n, el humor y la trascendencia, el arte y el entretenimiento. Porque, aunque sus novelas sean "del siglo XVIII", ayudan a vivir en el presente y a vislumbrar el futuro.

-El a?o pr?ximo se cumplir? medio siglo de la publicaci?n de La verdad sobre el caso Savolta, su primera novela. ?Qué ha pasado desde entonces, adem?s del tiempo?

-Ha pasado toda mi vida y ha pasado mucha literatura, muchos cambios. Empecé siendo renovador y ahora soy ya una pieza de museo.

-?Se considera una pieza de museo?

-Ya soy de una generaci?n de la que quedamos tres. Tuvimos una época, y ahora es otro momento completamente distinto. No nos hemos quedado para vestir santos, nos hemos renovado, hemos heredado una tradici?n y la hemos pasado para que otros hagan lo mismo.

-Le cito: "Las vocaciones tempranas son ?rboles con muchas hojas, poco tronco y ninguna ra?z". Desde ni?o, quer?a ser escritor.

-Yo no quer?a ser escritor, quer?a escribir, que es muy distinto. En ese momento, y este es uno de los cambios m?s grandes que ha habido, el escritor no exist?a como profesi?n. Hab?a gente que escrib?a, pero nadie viv?a de escribir literatura. Hab?a muchos que eran periodistas y, adem?s, escrib?an novelas. Yo creo que todos los escritores empiezan en el periodismo.

-Es una buena escuela.

-Es una magn?fica escuela. Y de ah? se pasan, desde Dickens a Gald?s, todos, se pasan a escribir novelas, que no dan dinero. Cuando yo empiezo a publicar no hay ning?n escritor en Espa?a que se gane la vida escribiendo, ni Delibes, ni Cela, ni Ana Mar?a Matute, ni nadie, todos tienen otra profesi?n. Entonces, a m? ni se me ocurre que eso pueda ser una forma de vivir, es una afici?n, y nada m?s. Pensaba: yo escribiré, pero me ganaré la vida, ya me buscaré un trabajo…

-Y as? fue.

-Y as? fue, afortunadamente, porque no sé si me habr?a gustado empezar ya de peque?o encarrilado a escribir novelas, prefiero haber tenido experiencias de otro tipo.

-Su padre prefer?a a Lope y usted a Cervantes. ?Llegaron a ponerse de acuerdo?

-No, nunca, ni en esto ni en nada. Mi padre era un hombre de teatro, como muchos de su generaci?n. La literatura, antes de la guerra, era el teatro. Yo tengo una formaci?n teatral muy larga. Empecé de muy peque?o, vi mucho teatro, y mis novelas son muy teatrales, mucho di?logo, mucha situaci?n, todo tiene que pasar en escena. En la familia hab?a un culto a los cl?sicos del Siglo de Oro.

-Como buen hijo del romanticismo, sent?a, y sigue sintiendo, debilidad por el héroe tr?gico.

-S?, pero la influencia literaria que yo siento m?s propia es la del siglo XVIII, que es la novela moralista, entre la seriedad y el humor, heredera del Quijote. Mis novelas son novelas del siglo XVIII.

-?Lo siguen siendo?

-Yo creo que s?. Bueno, hay mucha influencia de la novela rusa…

-Pero también tiene como modelos a figuras tan importantes como Kafka, Dostoievski, Proust, Joyce…

-S?, pero los modelos est?n ah?, pero est?n muy lejos.

-Lo que uno busca es ser uno mismo.

-Claro, lo que uno busca es ser el modelo pr?ximo. Proust construye ciudades y yo tiendas de campa?a. Pero de todos los modelos vas sacando un poquito.

Sin querer, sin habérmelo propuesto y, por supuesto, sin tener la menor idea de que iba a pasar, he puesto nombre a una ciudad y he ense?ado a leer a varias generaciones







-Una de las cosas que m?s me fascina de todos sus libros es su habilidad para crear personajes caricaturescos. ?Qué le atrae de la s?tira, del humor, qué le permiten?

-No es una decisi?n, me sale as?. Aunque intente ponerme serio, acaba saliendo la cosa chusca; entonces, le he encontrado una utilidad: crea una distancia que permite contar sin el rigor del historiador. El humor te permite distanciarte y te facilita much?simo contar la historia. Lo que intentas es establecer complicidad con el lector.

-?C?mo entiende usted esa complicidad entre el escritor y su lector?

-Cuando yo empecé a escribir en serio estaba de moda la literatura experimental. Eran los maestros que yo ten?a, mis mayores: Benet, Duras... Yo reconoc?a que estaban haciendo un trabajo muy importante cambiando el lenguaje, adapt?ndolo a otras experiencias, pero aquello me parec?a espantoso, porque lo le?a como una penitencia, hab?a que hacer un gran esfuerzo. Siempre pensé que me gustar?a que la novela me hiciera sentir la complicidad, la identificaci?n que hab?a encontrado en Tolst?i, en Dickens… Y, entonces, me puse a hacer eso.

-Porque la ficci?n es eso, ?no?

-Yo creo que no hay que encasillarla, tiene muchas facetas, pero troncalmente s? es eso… o no, o es lo que nosotros queremos. La novela, la narraci?n, la ficci?n es una cosa muy marginal hasta el siglo XVII, hasta que se empieza a popularizar, y se populariza por abajo.

-Como todo, ?no? Es curioso que eso sea as? y, sin embargo, siga denost?ndose el término popular.

-Claro, porque se confunde popular y comercial. Hay una cosa que est? hecha para satisfacer los bajos instintos, que son muchos, todo el mundo los tiene. Y eso se confunde con lo popular, que es lo que a la gente le gusta porque es auténtico.

-En ese sentido, usted es un autor singular, de los pocos que ha logrado poner de acuerdo a la cr?tica, a los lectores y a la academia.

-No lo sé, pero bueno… He de decir que la cr?tica fue muy generosa conmigo. Nada m?s salir mi primera novela, que me hab?a costado convencer a los editores para que la publicaran, la hab?a ido llevando a editoriales y no les convenc?a, los cr?ticos enseguida apostaron por ella. Ya hab?an empezado a abrir camino los latinoamericanos, que escrib?an unas novelas estupendas, divertidas… Las primeras novelas de Vargas Llosa, Cien a?os de soledad, Rulfo… Dec?amos: esto es lo que queremos leer, y no estas palizas que nos est?n pegando.

-?La palabra género qué le suscita?

-Me gustaba. Ahora ya quiz?s se ha hecho demasiado genérico el género. Pero, en ese momento, me gustaba pensar que hab?a una literatura que respond?a a unos moldes, la novela policiaca, la ciencia ficci?n, la novela rosa, la novela de costumbres, la novela moral… Me hac?a mucha gracia todo esto, porque me parec?a que la literatura era un mundo, era como las catedrales, ibas recorriendo aquello y hab?a muchas estancias muy ricas cada una de ellas. A m? me divert?a mucho leer novelas de género.

-Est? hablando en pasado.

-S?, s?, ahora ya no me divierte casi nada [r?e]. En ese momento, la literatura no ten?a la competencia tremenda de todo. La literatura entonces ten?a las dos facetas, el arte y el entretenimiento, la diversi?n. Para m?, leer era todo.

-Y sigue siéndolo, ?no?

-S?, yo sigo siendo un buen lector. Esto que dicen que a partir de una edad se deja de leer novela yo creo que no es verdad. Se deja de leer cierto tipo de novela de una determinada manera.

No termino casi ning?n libro y siempre estoy leyendo tres o cuatro a la vez







-?Y usted ahora c?mo lee?

-Como he le?do siempre, de una manera ca?tica. Yo tengo muy poca capacidad de concentraci?n, no puedo hacer nada m?s de media hora seguida [r?e]. No termino casi ning?n libro y siempre estoy leyendo tres o cuatro a la vez. Siempre estoy leyendo un libro muy gordo de historia, un gran ensayo, pero un ratito. Luego releo un cl?sico, ahora, por ejemplo, Middlemarch, que es fant?stica, quiz?s la novela m?s inteligente del siglo XIX. Y luego ya me voy a dormir y tengo una novela policiaca pura basura, que es lo que me divierte [r?e]… Y as? estoy todo el rato.

-Su obra combina lo mejor de la tradici?n con rasgos de una profunda modernidad. ?Se puede escribir en el presente mirando al mismo tiempo al pasado y al futuro?

-Es lo que hay que hacer, no se puede escribir de otra manera. Es muy importante tener una formaci?n cl?sica o de pasado muy s?lida, porque es la que te permite hacer disparates. Si has le?do bien el Siglo de Oro, Dostoievski, Kafka, ya ves que se puede hacer cualquier cosa, que el lector est? dispuesto a aceptar un juego, que lo puedes llevar donde quieras. Me mandan muchos libros, y yo los ojeo, y hay muchos que ya veo que no han le?do mucho, los distingo r?pido.

-Para ser escritor hay que leer.

-Hay que leer mucho, y hay que leer buenos y malos. Es muy importante leer buenos y malos, porque as? ves la diferencia. Entonces, escriben como si estuvieran hablando a un lector que no sabe nada...

-Es muy importante no menospreciar al lector.

-Nunca. Bueno, si tienes un alto concepto del lector y lo consideras por lo menos tan inteligente como t? o m?s, recibes una recompensa, pero tienes un techo. Yo sé que tengo unos lectores muy fieles, pero nunca voy a pasar de un determinado n?mero, es un n?mero alto con el que estoy content?simo, pero de ah? no voy a pasar, no voy a llegar a las cifras de otros escritores.

-?Y quiere?

-No, no, no, no, estoy encantado, no quiero nada. Yo lo ?nico que quiero es escribir y que los libros que escriba me parezcan m?nimamente aceptables para mis est?ndares.

-?Es muy exigente consigo mismo?

-No sufro nada. Los fantasmas interiores que se vayan a la porra…

-Bastantes exteriores hay ya…

-Y, adem?s, los interiores, si tienes alguno, con una copita y tal se tranquilizan y acabas hablando de f?tbol con ellos [r?e].

-Podemos decir que usted es el gran novelista de Barcelona. ?C?mo ve ahora a su ciudad?

-Pues la verdad es que no la veo ni la he visto, porque sé lo suficiente como para saber que no puedo hablar con conocimiento de causa, no sé qué est? pasando en Barcelona. Salgo a la calle y me muevo por un espacio muy reducido, que no es el que frecuentan los que verdaderamente est?n haciendo Barcelona. Soy el escritor de Barcelona, pero esto es una maldici?n, lo soy porque cuando empecé a escribir sobre Barcelona no exist?a Barcelona como ciudad literaria, era un terreno a mi disposici?n, nadie hab?a escrito nada de las exposiciones universales, de la época anarquista, era una ciudad gris.

-Y la convirti? en prodigiosa.

-Yo me di cuenta de que ten?a un pasado tremendo. Imag?nate que vives en una familia normal y un d?a descubres que son Los Soprano [r?e]. Pues es lo que me pas? a m? con Barcelona, y me puse a escribir. Y, desde entonces, he estado siempre fuera y no me entero de lo que pasa.

-Que es casi la mejor manera de estar. ?Quién dec?a que la ignorancia es el secreto de la felicidad?

-[R?e] S?, incluso de la percepci?n, porque si sabes mucho, no ves nada.

Es maravilloso lo que hacemos los lectores, no lo que hacemos los escritores, que no tiene mérito







-?Los libros mejoran a los lectores?

-No lo sé, alguna utilidad debe tener, pero no sé muy bien cu?l es la utilidad de la lectura. Es un tema que me ha interesado siempre. Lo importante no es el escritor, lo importante es el lector. Escribir para nadie no tiene sentido. Lo importante es lo que alguien va a hacer con lo que t? has puesto sobre un papel, que son letras y signos de puntuaci?n, y de eso van a montarse en la cabeza mundos fant?sticos y grandes pasiones. Es maravilloso lo que hacemos los lectores, no lo que hacemos los escritores, que no tiene mérito. ?Por qué a los ni?os les gustan los cuentos? He llegado a la conclusi?n de que les permite entender, cosa que les va a servir el resto de su vida, aunque a veces hay descarrilamientos, la diferencia entre lo real, lo falso y lo imaginario, que es una tercera categor?a que participa de las dos. Y, como tenemos imaginaci?n y la hemos de llenar con algo, si no sabemos d?nde est? la diferencia podemos meternos en l?os muy grandes. Yo creo que la literatura nos permite situar esta distinci?n. La literatura construye relatos coherentes y cerrados que nos permiten integrar un poco todas las informaciones y conocimientos que recibimos y que no sabemos d?nde meter.

-Siendo, como es, un "modelo de sensatez", seg?n su propia definici?n, imagino que debe horrorizarse pr?cticamente a diario.

-[R?e] La verdad es que paso de todo, es uno de los pocos privilegios que tiene la edad. Y piensas: siempre ha sido as?, siempre ha habido grandes oportunidades totalmente desperdiciadas para pelearnos por cosas que no tienen ning?n interés.

-Vuelvo a citarle: "Para los que tratamos de crear algo, el enemigo es la vanidad".

-S?, yo creo que es importante no creer que est?s haciendo algo, hay que tomarse muy en serio los trabajos, pero no el trabajo.

-Y no perder la fe en el lenguaje.

-Es que no hay otra cosa. Bueno, s?, est? la imagen, pero ah? nunca he entrado, me gusta, pero ser?a incapaz de considerarlo algo creativo. Lo m?o es el lenguaje, que me entierren con el Mar?a Moliner [r?e].

-?De qué se siente m?s orgulloso?

-Orgulloso me siento de alguna traducci?n. Me considero muy buen traductor literario y me encanta, me gusta tanto como escribir. Los libros siempre pienso, ay... Estoy m?s contento que orgulloso. Estoy contento de que, sin querer, sin habérmelo propuesto y, por supuesto, sin tener la menor idea de que iba a pasar, he puesto nombre a una ciudad y he ense?ado a leer a varias generaciones. Pero eso no me enorgullece.

-Eso le hace feliz.

-Hombre, claro.


'Tres enigmas para la Organizaci?n'

Eduardo Mendoza

Seix Barral

408 p?ginas

21,90 euros







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