Mar?a Bas jam?s pens? que podr?a ganar el Benidorm Fest. Ni en sus mejores sue?os representar a Espa?a en Eurovisi?n era una opci?n. Se present? a la cita como quien lanza una moneda al aire. Y sali? cara. La suya. La de una estrella que, a sus 56 a?os, ha tenido el arrojo de relatar todas las veces que la llamaron zorra. Sin pudor, sin miedo. Porque sab?a que, como ella, a?n hay quien se siente de menos por el hecho de ser. Con el aplomo de una diva pase? sus heridas por el escenario y, entre v?tores y aplausos, inici? una batalla por resignificar una palabra que hoy empieza a doler menos. “Esta canci?n naci? porque me he sentido marginada, subestimada, humillada… Una emoci?n que he llevado siempre dentro. Ha sido mi terapia particular”, cuenta la l?der de Nebulossa. Junto a Mark Dasousa, ha levantado el Micr?fono de Bronce que le abre las puertas de Malm?. All?, en mayo, volver? a gritar por las que a?n no se atreven a hacerlo.

“La edad me ha ayudado a tener las cosas claras y, sobre todo, a desterrar los prejuicios. La discriminaci?n hacia la mujer se ha permitido y se ha perpetuado desde nuestros ancestros. No deber?a existir ning?n tipo de desigualdad”, asegura la artista, que no pudo aguantar las l?grimas tras coronarse el pasado s?bado. Es el mayor hito de su trayectoria profesional, pero también de la personal. Cantarse sin complejos a s? misma fue la lecci?n m?s importante de su vida. Y, quiz?, el bofet?n definitivo a tantas preguntas no deseadas: “La m?sica tiene el poder de cambiar las injusticias. Ser una zorra de postal me ha dado libertad. Ahora puedo chillar lo que siento a los cuatro vientos”. Una misi?n que Las Vulpes inauguraron en 1983 y a la que, paso a paso, se han sumado Rigoberta Bandini, Zahara, Mala Rodr?guez y La Zowi. Ellas son la punta del iceberg de un movimiento que quiere reapropiarse de perra, puta, bruja… y zorra.

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Mar?a Bas, en un instante del videoclip de 'Zorra'.
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Su valent?a se ha convertido en un s?mbolo de empoderamiento. El escudo al que se han agarrado quienes buscan plantar cara al miedo. “Zorra es un insulto machista que se?ala y menosprecia ?nicamente a las mujeres por el hecho de serlo. Cuando Nebulossa hace suyo el término, de inmediato, se convierte en una provocaci?n al patriarcado. Si no podemos evitar que nos llamen as?, démosle la vuelta con orgullo”, explica Candelaria S?nchez. Para la profesora de Semi?tica de la Universidad de Alicante, esta canci?n supone una gran conquista. En especial, porque su éxito se ha gestado en un espacio tan popular como el Benidorm Fest: “La m?sica es una herramienta que fortalece el feminismo en retransmisiones de grandes audiencias. Que haya surgido en el seno de Eurovisi?n, que es un lugar seguro para la diversidad, demuestra la capacidad del arte como agente transformador e identitario”.

Que Mar?a y Mark extiendan su mensaje por el Viejo Continente es, cuanto menos, revolucionario. Frente al auge de la ultraderecha, ellos van a cantar zorra en eslovaco, zorra en italiano, zorra en finlandés, zorra el let?n, zorra en francés… En Espa?a, se est?n enfrentando a una reacci?n antifeminista que busca minusvalorar su haza?a. Y, adem?s, el Movimiento Feminista de Madrid ha solicitado su retirada al considerar que la canci?n las insulta de forma machista. “Tenemos que felicitarnos por la existencia de una creciente marea de sororidad en la industria que est? uniendo a las mujeres en el activismo”, contin?a S?nchez. A?n as?, en plena ola reivindicativa, son pocas las cantantes que se han atrevido a hablar sin tapujos en sus composiciones. “?La raz?n? Escuece a nivel social. Lo que se les puede venir encima en cuanto a cr?ticas, malos entendidos e imagen es tremendo”, dice Sara Morales, periodista musical y codirectora de la revista Efe Eme.

Pol?ticamente incorrectas

De ah? que, entonces, muchas se lo piensen bastante antes de verter confesiones, testimonios y opiniones. Por ello, cuando una se atreve, como ha sucedido en el caso de Nebulossa, la respuesta sea tan extrema. “Ya casi nadie levanta las manos cuando una mujer habla de sexo, erotismo o sensualidad, de un modo amable o visceral. Sin embargo, hay ciertos estamentos sociales donde sigue habiendo ofendidos y, por ende, censura”, contin?a Morales, que pone de ejemplo la caza que sufrieron Las Vulpes tras actuar en el programa Caja de ritmos. De alguna manera, el mercado y el p?blico han empujado a las artistas a ser pol?ticamente correctas. No pod?an incomodar ni estorbar. Por lo que cualquier actitud rebelde terminaba vetada: “As? ha sido hasta que, de repente, llegan otras Vulpes, vuelven a poner el tema sobre la mesa y queda en evidencia el avance mental (o no) de nuestra sociedad”.

Un paso al frente que, por lo regular, procede de proyectos independientes que no tienen que rendir cuentas ni a discogr?ficas ni a promotoras. S?lo cuando la libertad es real, la verdad sale a flote. El gran h?ndicap es que les tocar? trabajar el doble para obtener resultados semejantes a los de sus compa?eros. Si la zorra quer?a correr, autonom?a deb?a tener. El paso previo a cualquier proceso de reapropiaci?n. Ser? lento, pero necesario. “Resignificar un insulto es tremendamente dif?cil. Son palabras malsonantes y expresiones soeces que est?n estigmatizadas. Y el esfuerzo para que pierdan este matiz es tit?nico. En el caso de zorra, adem?s, se a?ade el tab? sexual y los estereotipos de género en una comunidad patriarcal que las denigra. Todav?a no se ha conseguido que, por ejemplo, mujer p?blica sea empleada como equivalente a hombre p?blico en el ?mbito pol?tico”, explica ?ngeles Calero, catedr?tica de Lengua Espa?ola en la Universidad de Lleida y experta en sexismo lingü?stico.

Esto ocurre porque nos acostumbramos a escuchar expresiones despectivas hacia ciertas personas desde que nacemos. Y no los cuestionamos: “Lo peligroso es que, al usarlos, tendemos a pensar mal de ellas y a sentirnos inc?modos a su lado. En el caso de los tacos dedicados a las relaciones sexuales, nos encontramos términos que expresan violencia y muestran una ?ptica masculina: el hombre como actor agresivo y la mujer como v?ctima (clav?rsela, hincar el fusil, pasar por las armas…)”. Si bien la lengua es un producto cultural que refleja el mandato sobre ellas, hay margen para derribar esta barrera que impide alcanzar la paridad. Calero sostiene: “Podemos dejar de tolerar piropos o crear un vocabulario que recoja expresiones femeninas. La gram?tica puede cambiar. Si no lo hubiese hecho, a?n seguir?amos hablando lat?n”.

Un sistema injusto

Para adue?arse de zorra, Nebulossa ha tenido que hacer bandera de aquello que la deslegitimaba, la desautorizaba y la descalificaba. Invertir el significado, tal y como ha quedado demostrado, le ha hecho libre. Un gesto que para muchos la ha convertido, en la pr?ctica, en una enemiga. “Cuando alguien exhibe una tendencia a sentirse agraviado por las victorias de la igualdad, su reacci?n es presentar a las mujeres como supremacistas y agresoras”, apunta Luisa Mart?n, sociolingüista y analista de discurso en la Universidad Aut?noma de Madrid. Por tanto, lo que definitivamente contribuir?a a que esta palabra pueda resignificarse es que la sociedad evolucione: s?lo si ésta cambia, lo har? también la lengua. Ahora bien, en ella a?n perviven reminiscencias pasadas que podr?an detener los avances sociales y, en consecuencia, echar por tierra el esfuerzo de Mar?a y compa??a.

“La resistencia de ciertos sectores, como los profesores que penalizan el uso de nuevas formas de feminismo o la Real Academia Espa?ola que rechaza ciertos cambios lingü?sticos, act?a como un freno”, subraya Mart?n. Las nuevas generaciones, en este sentido, juegan un papel crucial. Si son capaces de romper con la concepci?n arcaica de las relaciones de género y, asimismo, transmitirlo a sus predecesores, entonces, la reapropiaci?n podr?a consolidarse. Es por ello que el éxito de Zorra en el seno del Benidorm Fest, que atrae a un buen pu?ado de j?venes, sea tan importante. Ha puesto sobre la mesa que canciones as? pueden ser un pelotazo y, por qué no, concienciar. Algo que, hasta hoy, no era habitual observar en las listas de éxitos. ?Por qué? Laura Mart?nez, investigadora en estudios culturales feministas, da la clave.

“Por un lado, al calor de la no nominaci?n de Margot Robbie en los Oscar, las industrias culturales, los c?rculos art?sticos, los medios y el canon siguen siendo la Mojo Dojo Casa House de Ken. Por mucho que lo pinten de rosa, morado o verde, el sistema socioecon?mico es injusto. Y, por otro lado, aquellas mujeres que expresan su rabia en el arte son se?aladas como excesivas y encerradas en una especie de gueto de terciopelo en el que se confinan voces ideologizadas. Esta penalizaci?n es a?n mayor para aquellas que, adem?s, subvierten los patrones normativos de la feminidad por su origen, etnia, clase, edad, aspecto…”, puntualiza. Al cierre de este art?culo, Zorra acumula nueve millones de reproducciones entre Spotify y YouTube. Un triunfo que va m?s all? de lo estrictamente musical. “Estoy en un buen momento”, canta Mar?a en ella. Toda la raz?n.

No obstante, como enfatiza Mart?nez, no hay que caer en el error de depositar toda la responsabilidad en la canci?n. De lo contrario, corre el riesgo de producir el efecto contrario: “Puede servir como altavoz, como himno incluso, representar las experiencias de distintas mujeres, emocionarnos… Pero cuidado con la sobrecarga de representatividad. Estamos tan sedientas de reconocernos en la cultura que volcamos nuestros deseos, esperanzas y reclamos en los pocos cuerpos, voces e identidades no normativas que tienen visibilidad… coloc?ndolas en un rol de superhero?nas que, en ocasiones, ni siquiera ellas han reclamado”. De ah? que sea fundamental tomarse en serio su alegato. No escogimos a Nebulossa para hacer la gracia en Eurovisi?n, sino para prender la mecha de un cambio inexcusable. Ella ya lo ha dejado claro: “Cambiar por ti me da pereza”.



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