Pasadas las diez y veinte de la noche del s?bado, un si menor de guitarra reconocible por varias generaciones de fans de Héroes del Silencio ilumin? la noche madrile?a como un rel?mpago. Era el comienzo reconocible de Entre dos tierras surgido de las entra?as del Wizink Center, una de las canciones m?s importantes de la m?sica en espa?ol a uno y otro lado del Atl?ntico, esa pieza con la que muchos aficionados del rock and roll dejan lo que sea que estén haciendo para saltar a la pista, para dejar una conversaci?n a medias y acometer un escorzo de air guitar, para doblar las rodillas y echar el cuerpo atr?s y dejarse atrapar por el éxtasis durante m?s de seis minutos, da igual la edad y condici?n.

Sin retoques latinos, sin giros de cumbia o bachata o de cualquiera de las variaciones de ritmos latinoamericanos con los que el ma?o haya experimentado en los ?ltimos veinte a?os,Entre dos tierras son? a la original, la que encumbr? a la banda de rock m?s influyente de Espa?a durante poco m?s de diez a?os de vida. Uno cerraba los ojos y recordaba a Juan Valdivia, a Joaqu?n Cardiel, a Pedro Andreu y a Enrique Bunbury en aquella despedida multitudinaria de la gira de regreso en 2007. *Pasadas las diez y veinte de la noche, Bunbury logr? por fin alcanzar con el p?blico idéntica eucarist?a a la lograda entre HDS y los aficionados con el logo de su antigua banda tatuado en el brazo.

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Concierto de Enrique Bunbury en Madrid.
EFE
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El aragonés se atrevi? a abrir el Wizink a la totalidad del aforo. 17.000 personas abrazaron su regreso como testigos de ese momento en que la actuaci?n de Bunbury se convirti? en algo importante, hist?rico, memorable, para el recuerdo, un ‘yo estuve all?’ que se perder? en la noche de los tiempos y la memoria. «Yo pensaba que esto no volver?a a ocurrir», admiti? el zaragozano, m?s emp?tico que nunca, tocado de la humildad de quien ha visto las orejas al lobo y ya est? libre de aquella primera arrogancia de juventud.

Tras dos a?os de par?n por problemas de garganta y una minigira americana en dos fases (cinco conciertos en invierno y seis en verano, incluidos los dos ?nicos en Espa?a de Madrid y Zaragoza, éste el pr?ximo 6 de julio), el aragonés result? menos errante que nunca en su particular extranjero que para él es cualquier parte y ninguna. Plet?rico de voz y actitud y en su condici?n de mejor frontman del rock en espa?ol, cualidad que no ha perdido en dos a?os, Bunbury arras? en el Wizink. Pueden poner los superlativos que consideren o rebajarlos si quieren, pero el aragonés y sus Santos Inocentes, con la incorporaci?n de la cantante zaragozana Erin Memento, que otorga calidez a los coros y aporta a los teclados un poso vintage de los antiguos Farfisa, toc? el techo de sus actuaciones en directo a la espera de llenar La Romareda, que puede convertirse en la apoteosis.

Un concierto muy rockero, muy de ?lvaro Suite y Jordi Mena, las dos guitarras de Los Santos Inocentes, con menos concesiones que nunca a la influencia de ritmos latinoamericanos. Muy rockero y muy reivindicativo. Sensible a la polarizaci?n, a los bulos, a las noticias falsas y al gallinero en que se ha convertido el debate p?blico, el repertorio de esta minigira es de esos que pretenden abrir los ojos al respetable. Tras comenzar con Nuestros mundos no obedecen a tus mapas, de su ?ltimo trabajo, Greta Garbo, Bunbury se despach? de tir?n con Cuna de Ca?n, Despierta y Hombre de acci?n, avis?ndonos del peligro de amodorrarnos ante la situaci?n pol?tica m?s enmara?ada de los ?ltimos tiempos. En el turno de bises caer?a m?s tarde Parecemos tontos.

A lo largo de dos horas de actuaci?n, el cantante sirvi? un repertorio extra?do de nueve de sus doce ?lbumes de estudio (dej? fuera su primer trabajo en solitario, Radical Sonora, el disco de versiones Licenciado Cantinas, y uno de los dos ?lbumes del a?o de la pandemia, Curso de levitaci?n intensiva).

El regreso a los escenarios del ma?o se sostiene sobre su ?ltimo ?lbum y sobre Expectativas, de 2007, y en menor medida sobre tres cl?sicos de HDS, la citada Entre dos tierras, Maldito duende y esa joya versionada de M?s Birras titulada Apuesta por el rock and roll. Merece la pena destacar la interpretaci?n de El rescate, un cl?sico de sus actuaciones, soberbia en su puesta en escena, as? como de El extranjero, en absoluta complicidad con el p?blico, y De todo el mundo, esa asunci?n de que la estrella del rock trasciende a la propiedad de sus seres cercanos para convertirse en parte de la vida del p?blico. Otro de los momentos formidables del show, llegados casi al final, fue Infinito, la historia de todas las historias de amor que comienzan o acaban cuando no deben, seg?n se mire. Como colof?n, Bunbury recuper? Y al final, ese vals soberbio con que se cerraba Flamingos (2002), su disco m?s celebrado, el que confirm? su enorme crédito como artista en solitario y corrobor? que hab?a vida m?s all? de Héroes. Algo muy importante ocurri? la noche del s?bado en Madrid. Mala suerte para quienes se lo perdieron. El resto podr? presumir el resto de su vida de haber visto al ave fénix resurgido de las cenizas.



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