سيروم فيتامين سي
الريــم Senior Member

En caravana y con caravana… as? se ha vivido este inicio de Tourcon sabor italiano, con afici?n distinta, con costumbres diferentes a las francesas, que ojal? no cambien en un futuro. Porque el Tour nazca en Francia, lo haga en Italia o en Barcelona, dentro de dos a?os, sigue siendo un fen?meno de masas, miles de personas que se acercan a la carrera, para vivirla y conocerla m?s all? de su pasi?n por el ciclismo, porque lo que realmente vale, por encima de las bicis y sus protagonistas, es el espect?culo que rodea a la carrera y que, de hecho, lo crean los propios aficionados.

En caravana se va al Tour por carretera y con esos ilustres trastos blancos que son casas m?viles, que se mueven lentamente sobre todo cuando ascienden por un puerto en unos Alpes que llegan en apenas dos d?as, lo nunca visto con un Galibier que siempre se reservaba para el momento caliente de la prueba y no como el aperitivo que toman los italianos a eso de las 6 de la tarde con su Aperol o proseco mientras enga?an al est?mago con cualquier m?nima exquisitez.

Un parking como un campo de f?tbol

Son los mismos que sorprenden por muchos Tours que se lleven a la espalda cuando se trata de sortear con el coche el recinto de la meta del Tour en R?mini. En un descampado, a apenas dos kil?metros de la llegada, aparece un inmenso parking, como un campo de f?tbol lleno de autocaravanas llegadas de todas partes, aunque principalmente desde Franciapara vivir en directo el d?a m?s grande en la vida deportiva de Romain Bardet, el chico sonriente con cara de no haber roto nunca un plato, el deseado por todos los franceses y quien a los 33 a?os ha cumplido el sue?o de vestirse con el ‘maillot’ m?s preciado del ciclismo mundial, de amarillo, por supuesto.

Son centenares de caravanas que desde finales de junio y durante julio recorren la geograf?a del Tour al margen de los pa?ses por los que transita la carrera, principalmente Francia y, de vez en cuando, como ahora, sus vecinos del norte, este, sur y oeste. Llegan a la meta, aparcan all? donde los dejan, colocan las banderas de su equipo admirado o del lugar que representan, pa?s o regi?n francesa, y hala a disfrutar del Tour, de los corredores a los que apenas ven, si acaso 30 segundos si marchan en pelot?n agrupado a 40 por hora.

Luego llega la noche, hora de compartir la cerveza y apenas dormir con el ruido de las discotecas al aire libre que deambulan libremente por la playa de R?mini hasta entrada la madrugada.

Un traslado tormentoso

Y es hora también para recordar el m?s tormentoso traslado del Tour que se recuerda, entre Florencia, donde los aficionados desbordan la zona acotada de la carrera, y R?mini, atravesando la Toscana y la Emilia-Roma?a por una autopista con carriles cortados por obras, aunque sea s?bado y no se vislumbre ning?n operario, y un ejército de coches que avanza lentamente, cuando puede hacerlo, hasta las posiciones de las hamacas y las playas, que casi siempre son de pago.

Algunas autocaravanas llegan a R?mini sin apenas tiempo de ser testigos de la gloria de Bardet, casi sin tiempo para el almuerzo y para imaginarse m?s que para verla c?mo ha sido la victoria de la primera etapa.

Por la noche con el sonido de una m?sica no deseada, agotados por el traslado, los caravanistas har?n planes de futuro, de un futuro que cicl?sticamente terminar? el 21 de julio en Niza y no en Par?s, pero que contempla la visita a los Alpes y los Pirineos y sobre todo la ocasi?n de obtener direcciones de campings o simplemente zonas en las carreteras donde aparcar la autocaravana y, por fin, presenciar el paso de los coches publicitarios que preceden al pelot?n y luego la llegada de las estrellas con sus veloces bicicletas. ?Pero que pare la m?sica que hay que dormir!



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